Si yo fuera un pensador muy atrevido ( …), diría
que sólo existen una docena de metáforas y que todas las otras metáforas sólo
son juegos arbitrarios.
Jorge Luis Borges
Las metáforas son utilizadas principalmente en la literatura como
recursos para expresar sentimientos y emociones, esto se evidencia en De
Profundis, poesía llevada a la pantalla del cine bajo la dirección de
Migelanxo Prada. Con una estética expresionista, las imágenes que narran cada
una de las escenas están concebidas desde un punto de vista pictórico, dignas
de un estudio plástico-formal donde la composición, el cromatismo, la textura y
el tratamiento personal de todos estos elementos se imponen como predominantes en
el contenido visual.
Ahora bien, De Profundis no le interesa convencer sino insinuar,
lo que me recuerda a Jorge Luis Borges en su conferencia acerca de la metáfora,
donde refiere que lo sugerido es mucho más efectivo que lo explícito, ya que no creo que sea mera
coincidencia esta integración artística a la cual le añadimos la música y el
sonido sinfónico. También cabe destacar que la narración está ausente de
diálogos e inexistente de palabras, sólo imágenes, sonidos y una música
que se va integrando a cada dibujo en absoluta simbiosis son cómplice para
invitar al espectador a una contemplación e interpretación pausada.
En este contexto general (cine-plástica-música), me pregunto ¿Prada querrá invitarnos
a reflexionar y/o cuestionar desde una experiencia estética?, ¿La violonchelista
y el pintor que va en búsqueda de su sueño, que a su vez se separan sin saber
cuándo volverán a verse, serán elementos metafóricos a la relación que puede
existir entre la música y las artes visuales, que a su vez se interrelacionan
aquí con el cine, que a pesar de estar catalogadas bajo el nombre de “artes” se
distancian sin saber en qué punto podrán encontrarse?. Estas son premisas que
en mi caso me atrevería afirmar.
Y si de metáforas hablamos, podemos mencionar
el largometraje The White Diamond, del director y documentalista Werner Herzog, quien
relata la historia de cómo fue diseñado y construido un dirigible silencioso desarrollado
por el naturalista Dieter Plage, quien murió durante su primer vuelo. Once años
después el ingeniero británico Graham Dorrington reemprenderá la
expedición narrando la historia de Dieter, con el objetivo de volar para poder contemplar la naturaleza de Guyana
en América del Sur, y descubrir lugares inhóspitos, sin sonidos artificiales
que interfieran.
Existe varios personajes simbólicos dentro de la narración, el
naturalista Dieter Plage, quien murió en
el intento de realizar su meta, elevándose a lo más alto y convirtiéndose en
una suerte de “cumbre” e inspiración para
ingeniero Graham Dorrington, quien es una suerte de constancia y valentía, al
querer repetir una experiencia arriesgada, y el escalador es sin duda el
desafío y respeto, adentrándose a una catarata tan peligrosa pero sin advertir lo
vivido para salvaguardar la virginidad del lugar.
Me fue imposible desvincular
mi pasión por el montañismo con todas las escenas del documental. “Cumbre” fue
la palabra inmediata que me vino a la mente, y esa palabra lleva implícita muchas
otras necesarias para acercarse a ella. El documental representa la constante
lucha que tiene el ser humano por lograr sus objetivos, sueños y metas, así
como el juego de la vida y la muerte al adentrarse a un sitio maravillosamente
hermoso y peligroso, pero la necesidad de lograr lo anhelado (sobrevolar con el
dirigible la segunda catarata más alta del mundo) deja a un lado el temor para
invadirlo de experiencias y sensaciones.
En síntesis, tanto en De profundis
como en The White Diamond, nos
encontramos con infinidades de metáforas y juegos
arbitrarios, como los llamaría Borges, que nos invitan a narrar una
historia, sumergiéndonos en el mundo de lo subjetivo para divagar así de una
forma objetiva en torno a ellas.
DIZH-21/04/13